Diputadas exigen poner fin a la violencia que marca la vida de las mexicanas

 

En San Lázaro se respiró un ambiente distinto: menos protocolo y más urgencia. La presidenta de la Mesa Directiva, Kenia López Rabadán, abrió un encuentro dedicado al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres con un mensaje que fue directo al centro del problema: México sigue en deuda con sus mujeres, y ya no hay margen para fingir que la situación puede esperar.

El evento estuvo marcado por la presencia de dos mujeres cuyo nombre se volvió símbolo de resistencia: la activista y saxofonista María Elena Ríos, y la buscadora Cecilia Flores, acompañada por otras madres que también recorren desiertos, montes y fosas improvisadas en busca de sus hijos. Para las diputadas presentes, su sola presencia bastó para recordar que la violencia no es una cifra, es una herida abierta que atraviesa hogares, comunidades y generaciones enteras.

López Rabadán explicó que, mientras los discursos se repiten cada año, las cifras no se mueven. Las mujeres siguen dedicando 40 horas semanales al trabajo no remunerado —el equivalente a un empleo completo que nadie reconoce— y siete de cada diez mexicanas han sido víctimas de algún tipo de violencia. Casi la mitad sufrió agresiones cuando aún eran niñas. “Es inaceptable seguir normalizando esto”, afirmó la legisladora.

Pero más allá de las estadísticas, la diputada insistió en que la violencia también se esconde en las omisiones del Estado. Recordó que en 2021 se abrieron 800 carpetas de investigación por violencia familiar cada día, un dato que revela no sólo el tamaño del problema, sino la capacidad de las mujeres para romper el silencio, aun cuando muchas instituciones todavía fallan en protegerlas.

El reconocimiento más emotivo fue para las madres buscadoras. De acuerdo con Amnistía Internacional, el 97 por ciento de ellas han sido violentadas en sus labores de búsqueda. La diputada lamentó que, en lugar de apoyo, muchas veces encuentran obstáculos institucionales que profundizan su dolor. “Han tenido que cargar solas con una tarea que debería ser del Estado”, señaló.

El acto reunió a diputadas de todas las bancadas, demostrando que la agenda de las mujeres es uno de los pocos temas que logra cruzar fronteras partidistas. Hubo coincidencia en que no basta con leyes o discursos, sino voluntad para que el presupuesto, las políticas y las prioridades públicas se alineen con una meta simple, pero pendiente: garantizar que las mujeres vivan sin miedo.

El mensaje final fue tan contundente como necesario: transformar la vida de las mujeres no es un gesto político, sino una obligación. “Escucharlas, acompañarlas y respaldarlas es la única manera de romper el ciclo de violencia que el país les ha impuesto”, dijo López Rabadán, en un llamado que resonó en todo el recinto.

Si quieres, puedo hacer una versión más corta, una más enfocada al Congreso, o una más emocional y narrativa. También puedo generar una versión estilo nota dura de periódico.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *